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Albaicín mágico

Hoy me ha tocado hacer un reportaje fotográfico de un edificio para su venta. El estado constructivo del mismo era de ruina. Los huecos de ventana, sin carpinterías, habían sido tapiados, supongo que para que no entrasen palomas…

Lógicamente el interior estaba muy oscuro, apenas entraba un poco de luz por algunos huecos menores y por la puerta de entrada. Con esas condiciones de ruina y de oscuridad, pocas fotos se podían hacer del interior. Por ello subí a la tercera y última planta, pues el edificio está situado cerca de la Carrera del Darro, al pié de la colina de la Alhambra, y por tanto, enfrentado al Albaicín, por lo que tenía que encontrar un hueco desde donde tomar una foto que mostrase las excelentes vistas que disponía, como buen reclamo publicitario. Afortunadamente en un hueco de ventana tapiado había un pequeño agujero por el cual he podido asomar la punta del objetivo de mi cámara y sacar la deseada foto.

Como ya llevaba un rato en la oscuridad del interior, mi visión ya se había adaptado y podía ver sin la ayuda de linterna. Entonces fue cuando me percaté de la extraña iluminación que había en el interior de la habitación, no era homogénea y tenía ciertos colores e intensidades. Por un momento pensé que se trataba de un reflejo de agua, lo cual descarté enseguida porque no existía tal fuente de agua. En el siguiente instante pensé que se trataba del reflejo y descomposición de la luz al incidir sobre algún cristal roto, lo que también deseché inmediatamente. Y en la siguiente fracción de segundo me di cuenta de que era la foto que acababa de hacer! El Albaicín estaba en el interior de aquella habitación!! Invertido, por supuesto. Comprendí, como “buen fotógrafo”, que estaba en el interior de una “cámara oscura”. De manera casual estaba viviendo el comienzo de la fotografía en mis propias carnes. Ha sido de las experiencias más bonitas y excitantes que he vivido últimamente. De manera accidental el agujero existente en la pared de ladrillo tenía las características idóneas (o por lo menos suficientes), para convertir aquella habitación en ruina en el interior más mágico que he visto nunca. Emocionante de verdad!
Por supuesto he plantado el trípode, ISO 100, f8 y 30 segundos de exposición han hecho el resto.

Albaicín invertido

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